Los pilotos, provistos de armas totalmente inadecuadas para ser usadas desde el aire, despegaban para sus misiones de reconocimiento sin llevar siquiera paracaídas.Y en multitud de ocasiones terminaban combatiendo,con pistolas, con carabinas , con dardos de acero que se arrojaban contra las alas y la cubierta de los aviones enemigos, con ganchos sujetos a cuerdas para atraparlos ...Gracias a su valentía , los mandos militares, los constructores y diseñadores de aeroplanos, dedicaron al avión un interés febril.
La guerra ya no iba a transcurrir por los cauces antiguos , conocidos de otros conflictos anteriores .
En pocos años las naciones contendientes fabricaron unos ciento setenta y siete mil aviones.Si tenemos en cuenta que desde el primer vuelo de los Wright en 1903 hasta el comienzo de la guerra en 1914 , la producción mundial había sido de algo mas de diez mil aparatos , la cifra nos parecerá todavía mas asombrosa y comprenderemos mejor la importancia que rápidamente adquirió la aviación.
Durante la guerra, el aeroplano militar se fue transformando poco a poco para poder prestarse a nuevos servicios y para responder a nuevas necesidades. El aeroplano de reconocimiento se convirtió en el caza monoplaza que iba dotado de ametralladora, arma que al principio se accionaba manualmente y mas adelante se sincronizo con el motor para que disparase a través de la hélice.
La instalación de la ametralladora planteo en los primeros tiempos numerosos problemas, uno de los mas difíciles fue la limitación que imponía el disco de la hélice para poder disparar hacia delante.No es de extrañar que se idearan multitud de soluciones y que quien encontró la mas adecuada inclinara la balanza de su lado, al menos hasta que los rivales hicieron lo mismo.
Ademas del caza, se desarrollaron durante la guerra los bombarderos, ligeros y pesados.Aparecieron los aviones para ataques a objetivos situados en tierra y para reconocimiento del terreno, el hidroavión también de reconocimiento, ademas de varios tipos más.
Ya en 1918 había cazas armados con dos ametralladoras que eran capaces de volar a 200 kilómetros por hora y de alcanzar los 6000 metros de altitud.Se habían conseguido para entonces bombarderos que podían llevar 1300 kilos de bombas a 4500 metros de altitud, a más de 140 kilómetros por hora y con una autonomía de 500 kilómetros.
La insospechada arma de 1914 se había convertido en un factor imprescindible sin el que la guerra moderna resultaba tan inimaginable como sin artillería.
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